miércoles, 13 de marzo de 2013

PORQUE COLECCIONAR DISCOS?


En uno de sus cómics de la muy recomendable colecciónAmerican Splendor, Harvey Pekar retrataba la obsesión de un joven de los años 70 por el coleccionismo de discos de jazz. El protagonista alcanzaba cotas auténticamente enfermizas en su afán por poseer todas las grandes joyas del género, hasta el punto de arruinarse y tener que replantearse su vida.
Hace un par de días, mientras leía ese cómic, me dio por preguntarme por las razones que me han llevado a convertirme en coleccionista de discos. Afortunadamente no he llegado al extremo del personaje de Pekar, pero soy consciente de que, desde que tengo uso de razón y algo de dinero en el bolsillo, he gastado cantidades absurdas en música. Casos como el mío (y el de muchos que conozco) resultan aún más paradójicos si se tiene en cuenta la época en la que nos ha tocado vivir: en los 70, la posibilidad de escuchar un álbum en un momento concreto pasaba obligatoriamente por su posesión en formato físico. Hoy, basta un clic para disfrutar de -casi- cualquier canción. Así pues, el coleccionista de discos es hoy día un tipo extraño al que muchos miran raro y la mayoría no entienden. Casi una especie en extinción. Dicho esto, ¿por qué coleccionar discos? Ahí van diez de mis razones:
1 – Colecciono discos porque adoro el momento de elegir cuál de ellos poner, sacarlo de la funda y escucharlo. Así de simple. O de complejo.
2 – Colecciono discos porque cada uno de ellos es una fotografía de un instante de mi vida en forma de canciones. Soy incapaz de recordar qué ropa llevaba puesta ayer, pero tengo grabado a fuego el momento en que conocí a cada grupo de los que han puesto banda sonora a mi existencia. Del mismo modo, recuerdo de manera precisa el momento en que adquirí éste o aquel  disco, dónde estaba, con quién, qué hacía… La memoria es así de caprichosa.
3 – Colecciono discos porque sus portadas, contraportadas y libretos dicen cosas. Cosas menos importantes que las canciones, pero igualmente interesantes para aquel que disfruta desentrañando los secretos de un álbum. Algunas portadas son, de hecho, auténticas obras de arte.
4 – Colecciono discos porque creo firmemente que si un producto te enriquece culturalmente es de justicia corresponderle con una aportación económica. Es más, disfruto contribuyendo con mi dinero a los músicos, sellos discográficos, distribuidoras o tiendas que creo que merecen recibirlo.
5 – Colecciono discos porque el sonido de un vinilo reproducido en un equipo decente es incomparable al de un cd. Del mp3 (o al menos de la mayoría de los que circula por la Red) mejor ni hablamos.
6 – Colecciono discos porque disfruto del placer de bucear en el catálogo de una tienda, ya sea real o virtual, y encontrar aquel álbum que llevaba años buscando. Igualmente, pocas cosas se pueden comparar al placer de recibir en casa un pedido de discos que has encargado por Internet, actualmente la principal vía que tengo para adquirirlos.
7 – Colecciono discos, en este caso de vinilo, porque su durabilidad  está más que comprobada. Tengo vinilos en casa de hace más de cincuenta años, y siguen sonando. Muchos cds de hace diez han dejado de hacerlo, a pesar de que en su día los vendieron como el formato definitivo. De nuevo, del mp3 no hablamos: en su día tenía unos 100 gigas de música en un disco duro. Un buen día desaparecieron cuando a éste le dio por no volver a funcionar.
8 – Colecciono discos porque, lejos de parecerme incompatible, lo veo como el complemento perfecto para mi otra gran manera de disfrutar de la música: Spotify. En casa, con calma y buen sonido, vinilos. Para todo lo demás, circulito verde.
9 – Colecciono discos porque me gustan estéticamente. No es una razón de peso, lo sé. Pero reconozco que me encanta levantar la mirada mientras estoy en el sofá y admirar mi propia colección. Qué bonita es, coño.
10 – Colecciono discos porque, en el fondo, me gusta acumular cosasclasificarlas y ver cómo crecen en número. Algo muy idiota, pero también muy humano. Creo que siempre fui así: cuando era pequeño coleccionaba  Gi-Joes, luego latas de refrescos y después música. Y entre medias, muchas otras cosas. Así que es posible que haya algo de síndrome de Diógenes en todo esto.

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